domingo, 9 de octubre de 2011

Animal

Animal

1.
Pelaje pajoso, tupido. Su cabeza montañosa, de angulosas sombras, me sonríe con mirada llena de luz.

2.
Su nombre es Animal, y es una bestia oscura, mágica y poderosa.

3.
Lo he visto contemplar largas horas la vida. Cosas muertas. Cosas vivas. Ama a las otras bestias, pero devora la carne con apetito voraz. Salta de roca en roca y nada en todas las aguas. Parece seguro de sí mismo. Domina su descanso.

4.
Animal, aunque derrocha ímpetu, suele estar solo y sumido en la melancolía. Lo he visto llorar algunas veces, oculto en las oscuras quebradas de los montes. Como agua manando desde las entrañas helénicas de un fósil cabizbajo, congelado en el tiempo y la oscuridad, parecen los hilos que cuelgan sus lágrimas.

5
Le conozco algunas otras bestias amigas. Algunos de plumaje bruno y tornasolado; terribles garras y picos; hermosos, vuelan y su mirar es filo certero. Otros nadan en lo profundo; son grandes cantores, y la cadencia de su desplazamiento me recuerda a esos pesados árboles a los que el viento mueve sus ramas, nudosas pero elásticas, bajo la luz aletargada de algún cielo de equinoccio. Ellos hablan, en sus exóticas lenguas, de otras tristezas, de otras bellezas y de otras escasas pero inmensurables alegrías.

6.
A veces dormimos juntos. Su abrazo de oso me sofoca, pero he aprendido a soportarlo. Puedo auscultar su magnífica respiración y la fuerza del bombo de su corazón. Vida y muerte, vida y muerte, vida y muerte!

7.
Siempre he pensado que no me extraña. No diría que me ama, pero puede darme y recibir amor a destajo.

8.
Tiene pelos y patas robustas, con garras como plátanos de obsidiana. Su cabeza siempre es generosa y sus ojos profundos parecen dos abismos de cuarzo. A veces podría jurar que le he visto salir plumas y alas. Otras veces agallas y escamas, y entonces lo confundo con sus bestias amigas. No entiendo bien sus ciclos. Estos parecieran responder a más factores que los ciclos propios de la Luna y el Sol.

9.
Yo trato de seguir sus pasos, y encontrarlo en sus guaridas, pero es siempre Animal quien sale a mi encuentro.

10.
Cuando estoy con él, me olvido de mí mismo y de los demás de mi raza. Podría jurar que mientras le acompaño, me crecen los comillos; las uñas se me acorazan; mi piel se engrosa y se forra de pelos; mis músculos se vuelven elásticos y fuertes; mis huesos se hacen de roca; mi vista, oídos, y sentidos en general, se agudizan; los miedos... los miedos desaparecen, los recuerdos se vuelven difusos. Puedo pensar en bellezas, en tristezas, en alegrías, pero no puedo hablarlas como un humano. Esta lengua de bestia no sirve para las palabras... Tal vez pueda besar, aunque, cuando estoy en este estado, no me interesan mucho los destinos de los otros como yo.

11.
Es extraño. Pensaría que las bestias no saben nada de tristezas, pero en sus lenguas se habla mucho de ella. De tristezas, y también de amor.